viernes, 6 de septiembre de 2019

VIAJE A MEXICO

Viajar a México es una aventura que surge como lo que he venido notando que sucede en la vida. De carambola. Hay cosas que por casualidades, sin forzarlas, suceden. Hay que estar dispuestos a recibir los beneficios de la incertidumbre. Es amplio el portafolio. Escribo en el primer día estando en Ciudad de México. Pero debo remontarme a los días que antecedieron. Yo había descartado venir cuando indagué por los precios y estaban por las nubes. Pero ese día, cuando me desmonté el stress de cuadrar el viaje, mi esposa contactó una agencia virtual, me llamó para que me pusiera en contacto y absolviera mis inquietudes. No solo hice eso sino que terminé reservando y pagando. El universo conspiró hasta para ajustar las agendas laborales. Hoy, la prueba fue para mí cuñado, David, que lo perfilaron como sospechoso por ser viajero poco frecuente, y reservar una estadía breve en el extranjero. Además que no fue él quien hizo la compré de tiquetes, no llevaba equipaje de mano y hasta la ocupación debió despertarles sospechas.  Lo llevaron a sacarle una placa de su cuerpo para descartar transporte de alucinógenos. Y acá en el hotel descubrió que hasta le abrieron la maleta. Como teníamos escala en Panamá, allí también estaban en el umbral de la puerta del avión esperando por él para hacerle un control. Ni siquiera habíamos podido comprobar los costosos precios de la mercancia en ese puerto libre y ya nos tenían referenciados.  Creo que ver que íbamos los dos, ayudó a que no pasará a mayores el asunto. Sí eso era así, que tanto sería en el aeropuerto Benito Juárez de México? Pensaba yo. Llegué a considerar la posibilidad de que nos negaran la entrada. De hecho, la funcionaria de inmigración tuvo cierto tono inquisidor. Pero ya luego, superados esos filtros migratorios, me ha parecido amable la gente mexicana, hasta este momento. Bueno está historia continuaba pero a esta hora, 4 AM metí mal el dedo y se borró. Lo cierto es que salimos Camínando hacia una plazoleta que se llama Jardín del arte. Es muy interesante porque los artistas plásticos salen a promocionar sus obras. Es como una exposición al aire libre. Junto se encontraba un mercado sobre ruedas. Los domingos venden todo tipo de frutas. Allí comimos unos pambazos, son unos panes que envuelven frijoles, longaniza y queso, joven. Siendo cerca de las 5 pm no tenían gaseosas, acá los llaman refrescos. Pedí que nos consiguieran Coca-Cola porque tenía mucha desconfianza del agua de Jamaica que nos ofrecieron. Luego descubrimos que en Oxxo es más económico la gaseosa. Al lado del hotel hay un supermercado con golosinas y enlatados que tienen sabores tipicos, por ejemplo, limonada con sabor a pepino o dulces con sabor a chile, chiles en escabeche. Creo que hay mucho por descubrirle a este país. De este primer día quiero adicionar que me pareció curioso ver el fenotipo de viajeros internacionales. Hay gente con clase, vestidos con un outfit descomplicado, pero aspecto personal bien cuidado. Así como vi varios viajando en pantaloneta y otros con pantalón pero en sandalias. Las cosas que alcancé a observar en mi tránsito por el aeropuerto de Panamá me parecieron costosas. Por ejemplo, la promoción de 3 perfumes en U$D100 (tal vez este ejemplo no sea tan oneroso, si son originales). Una chaqueta $500.000, en fin. Ahora bien, reafirmo mi convencimiento de que salir del país es dar un paso a otro tipo de culturas, es remover neuronas, es llenarse de mundo, es lo que hay que hacer. Algo que no esperaba es que anochezca tan tarde, casi a las 8:30 pm. Con razón el taxista nos decía que los hacían trabajar 12 y hasta 14 horas. La programación de  televisión si es muy pobre. Y no transmiten la Copa América. Me he sentido como dentro de una telenovela mexicana escuchando por todo lado su acento. Segundo día. Uno en Bogotá desde las 4:30 AM está preparando la jornada del día. Asumimos que por acá debe ser algo similar. Aún más cuando la ciudad es tan grande. Por eso con David salimos a las 8 AM a buscar desayuno, pero para nuestra sorpresa, el movimiento empieza a verse hacías las 19 am. De pronto es porque el día con luz solar es tan largo. Entonces, iniciamos caminata y mientras David se autoservía un tinto en Oxxo, yo compraba en la calle un jugo de naranja por $20 pesos, con todo y ñapa. Al cruzar la calle en un puestico nos compramos sendas tortas. Una de pierna y otra de huevo. Decir torta es decir un sándwich bien dotado. La mía tenía huevo, pepinillos, picantico. Estaba sabrosa. Ahí fueron otros $20. Después me daría cuenta que casi todo vale $20. Lo que escoja, lo que lleve. Aperados con esa merienda iniciamos el recorrido en busca de la plaza de la revolución y el monumento a la independencia, con su museo y todo. Les adelanto que en cuanto llegamos nos enteramos que los lunes ni funciona ningún museo. Luego, la pretensión era llegar hasta el Zócalo. Cada vez que preguntábamos el camino nos señalaba la estación del metro a abordar. Pero nosotros queríamos caminar para conocer. Acá tal vez sea poco acostumbrado eso. Por el camino me causó curiosidad ver qué los conductores se estacionan sin aorillar y así dejan el carro. Pasamos por la avenida Cosme y allí encontramos una plaza de mercado, prospecto para un caldo de pajarilla pero da la impresión que aquí toda la comida son tacos en diferentes presentaciones. Era un sector bastante popular. Las casas son viejas. La arquitectura se va tornando interesante hacia el centro. El metrobus es idéntico a Transmilenio, no es exclusivo de Peñalosa. Los buses de turismo, igual que en New York son de dos pisos, el segundo descapotable. Y con ese sol primaveral se achicharra uno allá arriba. También hay buses de servicio público de dos pisos. Por los costados del monumento  a la Independencia cambia todo. Las edificaciones son más lujosas. Los turistas son mas frecuentes. Veo en las calles que la gente está muy acicalada, son tradicionalistas en su vestir, tanto que, aunque no la viví, me recuerda a la antigua Bogotá. Fotos de rigor y seguir el camino hacia el Palacio de Bellas Artes. Muy bonito, programación culta pero espectáculos a partir del martes. Desde allí se ve el edificio más alto de la zona. Se me pareció mucho al Empire State. Y en el fondo una calle china que horas después encontraríamos que ni un chino la habita. Solo vimos artículos esotéricos. Se siente la cercanía del Zócalo por lo revoladores ofreciendo lentes y por los precios en los almacenes. Llegados al fin, nos montamos en un tranvía gratuito con un recorrido de 40 minutos por los sitios emblemáticos del Zócalo. Casi no nos convence en de montar nos allí. Es que uno de bogotano no cree que algo sea gratuito y desconfiábamos. Pero resultó ser cierto y muy agradable. Entre todos los datos históricos que nos contaron (ver vídeo), también  supimos que de los  barrios más peligrosos, el Tepito. Lo encueran a uno wey. David notó que casi no hay motos. Tal vez porque el precio de la gasolina es muchisimo menor que en Colombia. Yo noté que el sol está perpendicular a la 1 pm y no a.las 12 del mediodía, como lo.manda la naturaleza. Será por eso que a las 12 le están ofreciendo a uno dizque desayunos. Hubo que hacer una parada técnica para buscar un baño y al fin los conseguimos en el segundo piso de una especie de pajarera. Entramos y al salir me dí cuenta que estábamos en medio de muchos almacenes sexshop. Ahí pensé en comprarle un souvenir a Ruby. Otra cosa que he notado es que hay.muchas casetas y puestos callejeros de venta de libros. Ya  a esa altura la resistencia estaba minada y había que hacer estaciones. Nos devolvíamos a la plaza de la avenida Cosme para almorzar como carnales pero en el camino se nos atravesó un restaurante y decidimos probar. Debí confesar que yo parecía un niño preguntando para qué era cada ingrediente. Y es que el almuerzo lo sirven en 3 tiempos, primero la sopa, una vez terminada, te traen el arroz. Cuando se haya consumido traen la proteina. Como su gourmet es picante le sirven a uno una jarra inmensa de agua de Jamaica. Curiosamente, a lado nuestro estaban almorzando tres jamaiquinos. Sabrán ellos que esa agua la asocian con país? Sabrán los cubanos que en Bogotá venden un arroz atollado que le llaman arroz cubano? Preguntas existenciales que surgen luego de 8 horas de caminata en Ciudad de México. El día de ayer nos recogió el señor Aldo, un productor independiente de televisión que al parecer se cuadra un dinerito haciendo transporte. Acá amanece a eso de las 7 am. La primera sorpresa fue un hombre que amaneció botado en el pasillo del segundo piso acompañado de su fiel cerveza. Llegamos a la UNAM. Es una universidad inmensa, con edificios dispersos por todo el campus y sin encerramiento. Allí desayunamos en una cafetería que milagrosamente estaba abierta, porque ésta es época de vacaciones. Allí descubrí que a los jugos les dicen aguas. Luego nos dirigimos al Instituto de Investigaciones Económicas donde las abogadas de Sin Fronteras esperaban a Miguel Ángel y Nelsa. Una pareja de venezolanos los entrevistó. Mientras tanto David y yo tuvimos una charla con una abogada sobre la situación de Colombia. Ella concluyó que nosotros la habíamos iluminado. Casi le digo que se arrodillara para la bendición. Luego inició el evento. En un primer momento fue el panel con la participación de Miguel Ángel y otros maestros. Eran tiempos breves para cada unos. Carlos Aguirre hizo parte del público. El tema inició con el caso de Miguel Ángel pero tuvo cierto viraje hacia la situación de los migrantes. He notado que acá hay mucha preocupación por eso, pues los centroamericanos están inundando México. En ese panel dieron paso a preguntas. Yo también levanté la mano para preguntar porque quería que se resaltara la resistencia estoica de Miguel Ángel en todo ese proceso. El segundo tiempo fue un panel con mujeres en la que intervino Nelsa. Debo agradecerle que hizo un bonito reconocimiento a la lucha de toda la familia. Concepto que fue respaldado por Elba Coria. Luego Carlos Aguirre, que es todo un caballero y excelente conversador nos invitó a almorzar. Cómimos mole que es una salsa de 17 ingredientes y que nos advirtieron era un atentado al estómago. Pero nada ha Sido tan violento para la digestión..las porciones son pequeñas. Curiosidad gastronomica, acá a los envueltos con algún rellenito los denominan tamales. Posteriormente nos fuimos al hotel Sevilla Premium, un lujo, a buscar a un senador y terminamos casi que cenando, porque ingresamos a la convención del Partido del Trabajo, como si fuéramos miembros. Pero después de hora y media de espera y de saber todos los vericuetos de la política mexicana, no llegó el ilustre. Así que salimos a esperar a Aldo para que nos recogiera pero aquel, después de prometernos lealtad absoluta para el transporte, se esfumó. Hubo que tomar taxi hasta el estudio de Carlos Aguirre. Es un apartamento repleto de libros. Después, casi a la.media noche, por la gentileza de él nuevamente nos invitó a la comida. Tacos al pastor y de higaditos. A la media noche embarcamos a Maleli en Uber, que acá es legal, y nosotros hacia el hotel. Curiosidad de pret a portér, Por acá las mujeres conservan cierta elegancia pero no usan medias veladas. El clima es templado yo y muy agradable, aunque anoche nos atrapó un severo aguacero sin paraguas. Quedamos empapados. Hoy, ellos van a sus compromisos de la agenda y nosotros a la aventura de conocer. Las llegadas a la madrugada han impedido la relatoría porque llegamos exhaustos, tanto así que anoche me dormí con la ropa del día, ni siquiera tuve alientos para descender la cama. Es son caminatas diarias de más de 8 horas, cerca de 10 kilómetros a pie cada dia. Hemos visitado la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, la plaza Garibaldi y desde allí nos internamos al barrio más peligroso de Ciudad de Mesa, Tepito. Eso sí, pusimos cara de malandros y a guerrear. Por esas calles todo es distinto, la amabilidad disminuye, las caras son recias, las rebajas en el precio no existe, pero le dan a uno costo de mayorista. Realmente es notoria la diferencia comparado con las demás zonas, por ahí no se ven turistas y con esa cara de cuates que nos mandamos nadie se atrevió a intimidar nos, incluso nos ofrecieron droga. Ese es el turismo que nos retrata la verdadera realidad del lugar. En la noche tuvimos la oportunidad de hablar en el conversatorio que se realizó en la Casa del Refugiado. Eso sí hablamos a nombre de toda la familia, registrando los avatares de la lucha cotidiana en la campaña y convicción por la inocencia de Miguel Ángel. Luego a distensionar la historia en un bar. David incólume ha demostrado su férrea voluntad de abstenido. Ayer, desayunamos tres veces, la primera con jugo gigante en un puesto callejero. A mí el señor me ve con el sentimiento de repetirme la dosis sin cobrarme de más. Incluso, confundido con mi mirada de curiosidad, interpretó que estaba antojado de un batido que pidió otro cliente y me regaló una prueba diciéndome: usted llegó a la tierra de los dioses joven. Luego, vinimos al hotel y con el dr. Albarracín, Nelsa y Miguel Ángel (pareja con quienes casi no nos vemos en el día) desayunos formalmente. Lo que no sabíamos es que en la rueda de prensa también nos iban a dar desayuno. Por eso nuestros almuerzos son alrededor de las 5 o 6 pm. Después David y yo nos encaminamos hacia el Castillo de Chapultepec. Para ingresar David tuvo que abandonar en la calle el paquete grande de maní que había guardado para un momento necesario, pues no le dejaron entrar golosinas. Después se nos unió el dr. Albarracín y nos dirigimos al Museo de Antropología. Le preguntamos por la entrada al sitio a un wey que nos hizo darle la vuelta al sitio, estando a unos metros del ingreso. Fue una caminará como de un kilómetro innecesario. Ese museo es monumental y su contenido es asombroso. Los vestigios de las culturas Oxaca, Mexica, Maya y Azteca es imponente. Es impresionante lo que ellos hacían. La llegada de los españoles a América fue desatrosa. Los mexicanos tienen mucho para enorgullecerse y saben cómo conservarlo y exhibirlo. Luego de una eternidad recorriendo tantas salas, salimos a encontrarnos con Miguel Ángel y Nelsa. Abordamos un taxi que había conseguido el dr. Albarracín, conducido por un viejo mañoso que se metió por el carril exclusivo de Métrica le, nosotros contentos y asombrados por su osadía, que a la postre nos lo cobraría, ya que un trayecto que valía $40 pesos nos lo ajustó por $240. Atraco sin arma. En el día de hoy de nuevo a caminar. Pero antes hicimos mercado en el súper de al lado. Parecíamos dos alegres comadres mercando. Luego, en compañía del dr. Albarracín fuimos al mirador del monumento de la Revolución. Tuve que tomarme una pastilla de las que usa David para el dolor, pues mis talones ya acumulan demasiado cansancio y tienen pulso propio, como queriendo reventar. El recorrido empieza por los cimientos del sitio, parecen catacumbas a muchos metros bajo tierra y relativamente oscuro. Yo iba como dopado. Uno se siente como un microrganismo que transita por las entrañas de un cuerpo. Luego en ascensor se sube bastante alto para contemplar la ciudad. Y cuando uno ha adquirido brazalete puede subir aún más, hasta la cúpula, por un escalera de caracol. Posteriormente a descender, pero sin ascensor sino por escaleras. Ahí tocó de ladito, como los viejitos porque no hay rodillas que aguanten. Al salir, una chica vendedora ambulante quedó fascinada con nuestro acento. Olvidé decir que igual ahí visitamos el Museo de la Revolución. Bueno, entonces a almorzar y ya con David conocíamos la zona y nos dirigimos al restaurante de nuestra confianza. Después de eso, a punta de Google Maps caminar hasta el mercado de artesanías la Ciudadela. Luego, hacia el museo de cera. Lo gozamos como niños. Ya de regreso al hotel porque el doping se me pasó y estoy cansado. Qué falta? Ir a las pirámides de Teotihuacán, porque decidimos no ir sin Miguel Ángel y Nelsa, dado que poco hemos compartido con ellos. Queda montar en metro porque David nunca lo ha hecho. Y ahí continuamos...